MI QUERIDO OLIVEROS
Si lo buscas en el mapa seguro no lo encontrás
es tan chiquito mi pueblo, que no llega a figurar
seguro que los cartógrafos, no pasaron por acá
de lo contrario estaría ocupando su lugar.
Es que no vieron las costas, que baña el Carcarañá
ni escucharon a los pájaros por la mañana cantar
no olfatearon el aroma, cuando florece el azahar
ni se extasiaron mirando un azul Jacarandá.
Oliveros se embellece, al llegar la primavera
y resplandecen sus flores y el verde de sus praderas
desde las islas cercanas, del bravío Paraná
los loritos charlatanes nos vienen a visitar
Los palos y las bandurrias se llegan a curiosear
las calandrias y zorzales hacen coro matinal
en el silencio se escucha toda la naturaleza
y hasta un grillo "violinero", nos deleita con destreza.
En verano, Oliveros, duplica su población
su tranquilidad invita al descanso bienhechor
e infinidad de turistas llegan a vacacionar
y a gustar de las delicias, que mi pueblo puede dar.
Por eso si algún cartógrafo pasara por Oliveros
figuraría en el mapa, como uno de los primeros
pero debería apreciar mucho la naturaleza
la sencillez de su gente y valorar la belleza.
por María Cristina de Zamarini
Extraídos de
"CON SENCILLEZ Y HUMILDAD"
(Febrero DE 1994)
MAMÁ!
Fue el encuentro más cercano
que llegamos a tener
yo bebiendo agua en tus manos
en una estación de tren.
Tengo el recuerdo tan fresco
que parece que fue ayer
yo tenía cuatro años
o quizás tan solo tres.
Me parece que en mis labios
siento el roce de tu piel
y el olor tan singular
que sólo vos, podías tener.
Fue un contacto tan profundo
que jamás yo olvidaré
aquel hueco de tus manos
donde mi sed yo sacié.
Prevalece en mi memoria
como recuerdo especial
de mi niñez ya lejana
y de tu amor maternal.
Nunca a nadie se lo dije
ni aún a vos, que ya no estás
que en ese acto chiquitito;
yo te sentí mi mamá.